Tarjetas y códigos QR
He tenido la oportunidad de ir a tomar tinto a varios eventos empresariales. Se lo debía a mis amigos de las agencias.
Llevo dos sombreros, el de periodista y el de vendedor de pauta. En ambos soy como el doctor Jekyll y el señor Hyde, me refiero a dos personajes con extremos diferentes. Aclaro no por misántropo, sí por tímido.
En mi papel de periodista hago preguntas y nadie se da cuenta de que de eso no sé.
Pero como vendedor soy tímido y torpe al momento de ofrecer los espacios que vendo. Sueño lo mismo que los cantantes bohemios que esperan que su talento los saque del anonimato y no su mánager.
El acto más técnico es pedir tarjetas o copiar códigos QR que son las nuevas formas de tomarle las placas a los posibles anunciantes.
Ocho días después tengo un arrume de papelitos y tarjetas de gente chevere, sonriente, que llenó mi maletín de lapiceros. Pero no los recuerdo.
Entonces empecé a anotar datos adicionales, gafas, congreso de tal o tal cosa, compartió conmigo galletas y un montón de señas que le permiten a mi inconsciente sacar esa imagen de algún pliegue cerebral.
Esta semana cuando salga de la nueva edición, la de los 20 años, voy a pasar a la base de datos esos arrumes de tarjeticas y a buscar en el directorio de mi correo solo a los chéveres, lo que se tomaron el café, galleticas o fueron hasta la mesa a que los entrevistara.
He llegado a la conclusión que como vendedor soy buen periodista y como periodista un mal vendedor.
Dentro de poco dejaré de enviar estos correos directos.
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y de pronto en mi cuenta personal https://www.linkedin.com/in/alfredo-alzate-escolar
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