Al fin la cita
Hace unos años tuve la oportunidad de manejar junto a una colega la prensa de un congreso de exportadores, no voy a decir que de café.
Su presidente, un gran señor, quien también fue ministro, me contó cómo la próstata le había jugado una mala pasada, igual que a un presidente de la república. Esta glándula lo había llevado a un difícil proceso.
Se había convertido en un evangelizador del tema, que con gran amabilidad invitaba a cada hombre a asumir la responsabilidad e ir al médico para el examen respectivo.
Como no había cumplido uno de los requisitos, casi que obligatorio, los 50 años, me sentí un poco ajeno, como un simple escucha de un tema que no era para mi.
Claro los hombres no hablamos de eso. Mientras que ellas comparten con mayor transparencia su asistencia al ginecólogo.
Ahora. Después de casi un año pidiendo la cita, por fin puede ver al urólogo.
No se preocupe, no voy a dar detalles que nos hagan sonrojar.
Papeles en mano, con la valentía de estar dentro del rango los dos antígenos realizados durante el año exterior y dentro del rango de la normalidad, me sentía seguro de pasar invicto en la cita.
El joven médico, de apellido con terminación en consonante, me dijo.
- Todo está bien.
Internamente me dije: - Me salvé.
Pero este leyó mis ojos y dijo. - Ahora vamos a hacer el tacto rectal.
Resignado acepté la propuesta y esperé que no doliera.
La verdad, todo está bien. Sigo siendo tan heterosexual como antes a pesar de la sonrisa del galeno al confirmarme que sigo sano.
No deje pasar esta oportunidad, siempre hay tiempo.
Pero desde ese punto ahora estoy más tranquilo.
Posdata
Recuerde que ya estamos haciendo la primera edición de este año, no deje de participar.
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