Veo y escucho varios podcasts. Hoy me concentré en dos ejecutivas que han delegado cientos de sus actividades a la Inteligencia Artificial. Me dio la sensación que ya no toman decisiones propias. Todo lo filtran por la máquina. Y como buen comprador irracional. Lo justifican diciendo que ahora todo es más rápido y mejor. Haciendo énfasis en que han logrado una nueva vida. Me preocupa que se graban todo el día. Cada reunión, llamada y saludo, cada café con TODAS LAS PERSONAS y al final del día la IA les da un resumen de lo que hicieron. Y aunque estoy aprendiendo a usar la IA. Por ahora yo me quedaré con mi CPU con 20.000 millones de neuronas. Selectivas como ellas solas. Recuerdan lo que les conviene y olvidan lo que les duele.
El mensaje de ayer causó estragos. Una persona de mercadeo se dio de baja en la lista. Vi lo que hizo. Leyó el mensaje dos veces. Diez minutos después volvió al correo y se dio de baja. Lo que esa persona no vio, y no verá, es que su jefe vio el mensaje cuatro veces. Una más que ella. Me pregunto si han hablado del tema.
Creo que esta historia ya la conté, pero como estoy entrando en la edad en que repito cuentos… 10 am: Caminando encontramos una venta de hamburguesas. A ocho metros del local un repartidor de volantes. La hoja brillante decía. Hoy combo por 16 mil. Entremos y compremos algo antes del almuerzo. Adentro nos recibe una niña igualita al personaje de la película Encanto. _¿ Ampliamos sus papas? _¿Le ponemos pepinillos? -¿Quiere más gaseosa, qué tal una grande? -¿Quiere otra porción de queso? La niña era un encanto y yo solamente salivaba. A cada respuesta, preguntaba inmediatamente. La cuenta final fue por el doble del volante. Detrás de esas gafas, ese negocio tenía una vendedora y no una tomadora de pedidos.
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